martes, agosto 02, 2005

Mi Montesa Impala 2 y la Impalada 2005

A principios de los años 80 el que esto escribe tenía como otros muchos una Vespa 200 que usaba como vehículo urbano y para pequeños desplazamientos. Máquina terrible que corría mucho y no frenaba nada, con unas ruedecillas que anulaban cualquier veleidad deportiva, y que cuando menos lo esperabas te pegaba unas derrapadas de infarto. Conversando con un amigo entendido supe que Montesa iba a resucitar el modelo Impala con algunas mejoras y a un precio asequible, aquello me pareció de lo más interesante porque planeaba cambiar de moto así que me acerqué al concesionario a dar un vistazo. Diez años antes había tenido ocasión de hacer pequeños desplazamientos con una Impala Comando y había quedado gratamente sorprendido por la suavidad de su manejo y su estabilidad. Aunque recordaba un motor tranquilo y sin pretensiones pero para el uso urbano intensivo que le pensaba dar no necesitaba más prestaciones sino más bien economía y robustez y eso la Impala2 lo garantizaba. No sabía que me equivocaba porque la Impala no es precisamente una moto urbana, aunque en este medio se desenvuelve bastante bien, diría que es mas bien una pequeña deportiva que muestra su verdadera cara en las carreteras viradas y tranquilas.
Disfruté mucho con esta moto, recuerdo dos semanas por los Pirineos puerto arriba puerto abajo desde Pamplona hasta Banyoles que guardo en mi memoria con mucho cariño porque, recién acabados mis estudios, fue como uno de esos viajes iniciáticos que todo joven debe hacer, y yo lo hice con mi Impala como única compañera, durmiendo bajo las estrellas junto a los arroyos y lagos, escuchando el replicar de los truenos en las tormentas veraniegas de los valles y montañas pirenaicas, recorriendo las rutas mas insospechadas, y sin la mas mínima avería o contratiempo mecánico . . .
El tiempo, las circunstancias, y una japonesa de cuatro cilindros, relegaron provisionalmente a la Impala a un rincón del garaje de mi comunidad y allí pasó doce años en un estado de abandono casi total. Menos mal que como preveía un largo descanso la habia rociado bien con aceite 3en1 por todas partes y puesto polvos de talco en los neumáticos, esto ayudó a que cuando decidí volverla a poner en marcha respondiera a las primeras de cambio, y en un estado general muy bueno a pesar de que me habían “descuidado” todo lo posible, faro, piloto trasero, bujía, cables, reposapiés, piña de luces, manetas, etc . . . La necesidad de encontrar estas piezas e información sobre talleres especializados (con la colaboración de Google) me llevaron a contactar con la gente del Moto Club Impala a través de su página web, en su fórum encontré la informacion necesaria junto a inapreciables consejos sensatos y opiniones entendidas, además de una gran simpatía, consideración y buen rollo. Me apunté enseguida y en un breve periodo de tiempo la Impala estaba “petando” como en sus mejores días.
Hoy apenas le doy a la moto uso urbano, en cuanto tengo ocasión salgo con ella hacia carreteras del interior del país valenciano, montañosas, tranquilas y viradas, y de firme aceptable, aprovecho para hacer turismo rural y “estripar” de vez en cuando empalmando curvas a ritmo. La verdad es que deseaba tener la oportunidad de hacer con la moto alguna salida mas larga, y claro está la Impalada de junio me atraía mucho. Mi Montesa está como digo en buen estado (40.000 km. aprox.), los aceites sintéticos y las gasolinas actuales mantienen el motor en todo su esplendor (aunque ya repiquetea algún segmento o algo así, cuando cortas gas), mantengo los neumáticos originales Pirelli Mandrake y debo decir que no los cambiaría por ningún otro, uso una bujía semifría (NGK7) que para el verano va muy bien. La velocidad de crucero que creo adecuada para largo recorrido está entre 70 y 80 km/h, alcanzando puntas de cien por hora a poco que se lo demandes con insistencia, estas prestaciones en las carreteras actuales son insuficientes para rodar con fluidez por vias de primer orden, p.ej. por la N340 se encuentran con frecuencia tramos de autovía donde 90 o 100 km./h es una velocidad temeraria por lo lenta, los potentes camiones actuales son mucho más rápidos incluso en los frecuentes tramos de un solo carril, a veces hay que pedir comprensión a alguno de ellos cuando los ves acercarse amenazadores e inmensos por el retrovisor y sientes cortar su ritmo sabiendo lo que le cuesta a un camión cargado recuperar el ritmo de crucero, aunque debo decir en justicia que los profesionales de la ruta son gente excelente al volante y muy considerada en general.
Animado por la expectativa del viaje y por conocer en persona a toda la gente del moto club con quien me venía comunicando por la web, el viernes de buena mañana salí de Valencia, y después de un viaje sin mas anécdotas que el discurrir entre vehículos mucho mas rápidos, y la carencia de lugares adecuados para el descanso (que no fueran bares poco atractivos) entraba por la Meridiana a primeras horas de la tarde.
La hora de reunión de inicio de la jornada de la Impalada era las 8 del sábado. Después de un descanso merecido y una somera revisión a la moto, acudí al pie del funicular junto a un centenar largo de máquinas casi gemelas y un centenar largo de moteros diversos con un espíritu muy común . . . disfrutar de una buena jornada motociclista con la Impala.
El estampido (yo lo escuché así) de tantos motores arrancando al tiempo fue memorable, imagino a los aficionados al motor que a esa hora temprana estuvieran descansando y sintieran pasar por su calle semejante caravana envuelta en semejante ruido . . . indiferente seguro que no dejó a ninguno, ni a los vecinos ni a los paseantes que se encontraban por el recorrido. Circular en grupo y a buen ritmo exige atención y concentración, en los primeros kilómetros una vez ya fuera de la urbe se circuló ligero, notaba que aquello era una reunión de expertos motoristas y que el que mas o el que menos llevaba la Impala bien tomada por el manillar, bien pilotada quiero decir. Tramos de largas curvas por carreteras entre bosques frondosos plagados de xalets nos llevaron hasta Mataró donde tomamos un suculento bocata de botifarra a la parrilla y bebidas refrescantes ofrecidos por la organización, un café y otra vez en marcha, esta vez por carreteras de rectas largas y relativamente tranquilas y algún tramo de autovía hasta llegar a Arenys de Munt, donde volvimos a parar y aprovechamos para xarrar con los moteros participantes e intercambiar las anécdotas que se iban sucediendo a lo largo de la jornada. Otra vez en marcha con todos los participantes agrupados y a buen ritmo pasamos por varias poblaciones muy interesantes y con buenas vistas, Hostalric, Massanet y Sant Feliú, donde tomamos la bajada hacia Tossa para dirigirnos a Lloret, este tramo es maravilloso para el aficionado a la moto, lleno de curvas sin trampas y de firme rugoso, yo recuerdo que me puse al ritmo de un grupo que tiraba bastante y era un disfrute total circular ligero y observar el buen comportamiento de la moto en este ambiente, rodeado de aficionados expertos conocedores de las características de la ruta. En algunos momentos, el ardor motero se aplacaba ante unas vistas impresionantes de la Costa Brava, entre pinos y visualizando un mar inmenso de un azul abrumador. Como circulábamos en grupo si cortaba el gas obligaba a otras motos a adelantamientos y cambios de trazada incómodos, así que disfruté de la carretera a tope prometiéndome regresar en otra ocasión para observar aquella maravilla.
Después de dejar las motos aparcadas en el paseo de Lloret engalanado para la ocasión, los organizadores nos ofrecieron un aperitivo con bebidas refrescantes que al mediodía y con el calor sofocante que había fue recibido con agradecimiento y entusiasmos por todos. La jornada tuvo como colofón una comida de fraternidad en un céntrico restaurante con un gran ambiente y momentos entrañables como el homenaje a algunos destacados impalistas, o el sorteo de obsequios arengado con entusiasmo por todos. Citar que tuve el honor de recibir el trofeo al participante venido de mas lejos para la ocasión.
Acabado el acto de clausura en Lloret regresamos con otras motos a Barcelona a pasar el resto del fin de semana, el domingo por la mañana baño en la Barceloneta y un tranquilo paseo por la tarde por el Passeig de Gràcia y las Ramblas, alguna visita gastronómica y el lunes, otra vez de buena mañana, gas y hacia Valencia.
Regresé por Garraf donde la carretera es divertida a pesar del tremendo tráfico, y paré a almorzar en Cambrils donde después de un pequeño descanso tomé ruta ya con ganas de llegar a casa y disfrutar de las sensaciones vividas y rememorar los buenos encuentros.
Y desde aquí soy yo el que debo rendir homenaje al grupo organizador que me recibió con tan buen talante, y también a algunos entrañables personajes a los que recuerdo con afecto, a todos . . . Xavi, Pep, Carles, Matarruc, Vic, Jaume, Oriol y tantos otros, hasta la próxima Impalada . . . que disfrutéis mucho de vuestras motos de ayer en el futuro!.

Fotos: Oriol Nubiola (MotoClubImpala), Esther Gilabert y Juanma Juesas



1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Juanma, soy Edu Cots y estoy organizando un viaje a Marruecos con Impala, si quieres me envias tu correo electronico para que te remita informacion y curiosidades. Si conoces de alguien que le pueda interesar esta informacion le pasas mi direccion, muchas gracias.

saludos cordiales,

eduardocots@hotmail.com
tel 639317891